Soto en Cameros

municipio de La Rioja (España)‎, España
Vista general de Soto en Cameros

Soto en Cameros es un pueblo serrano situado en La Rioja de España. Su ubicación domina la entrada a la garganta o cañón del río Leza, de gran interés paisajístico. Sus 724 metros de altitud le proporcionan un clima agradablemente fresco en verano, lo que, unido al hecho de que es el pueblo del Camero Viejo más próximo a la capital provincial —Logroño—, lo convierte en un destino turístico durante la época de estío. También es un lugar propicio para recorrer senderos rurales a pie o en bicicleta.

Ubicación y accesos

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Soto domina la entrada al cañón del Leza

Soto en Cameros se encuentra situado en una zona natural reconocida: la reserva de la biosfera de los valles del Jubera, Leza, Cidacos y Alhama. Ello permite visitar parajes naturales singulares próximos al pueblo. Concretamente, se encuentra en el valle del Leza, dominando la entrada al cañón o garganta que este río ha formado en el tramo comprendido entre el mismo Soto y Leza de Río Leza.

Desde Logroño se llega siguiendo la carretera LR-250, que cruza sucesivamente las localidades de Villamediana de Iregua, Ribafrecha y Leza de Río Leza. Al dejar atrás la última, se comienza a atravesar el cañón del río Leza hasta llegar a Soto. Es una carretera de media montaña con abundantes curvas, por lo que no conviene apresurarse. Existe un servicio de autobús que hace dos veces al día el recorrido de ida y vuelta desde la capital, pero solo funciona tres días a la semana.

Si se viene desde Soria hay que atravesar el túnel de Piqueras y luego franquear el puerto de Sancho Leza para tomar la misma LR-250 en sentido descendente. Se atraviesan las localidades de Laguna de Cameros, Cabezón de Cameros, Jalón de Cameros, San Román de Cameros y Terroba hasta llegar a Soto.

Por último, si se está en el Camero Nuevo, es decir, en el vecino valle del Iregua, hay que tomar en Almarza de Cameros la carretera LR-245 y atravesar el puerto de La Rasa y el pueblo de Muro en Cameros hasta llegar a Jalón de Cameros, donde se sigue el camino descendente antes indicado.

Historia

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Época antigua y medieval

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Se tiene noticia del establecimiento de sociedades prehistóricas semi-sedentarias que se alojaban en cuevas o cabañas. Existen restos de algunos dólmenes en las inmediaciones que nos recuerdan sus enterramientos colectivos. El más próximo es el del Collado del Mallo, de unos 4.640 años de antigüedad y situado en Trevijano. Con la evolución económica y tecnológica, las poblaciones se establecieron en emplazamientos defensivos, como cerros y altozanos.

Ya en la era de los metales, la llegada de grupos celtas procedentes del norte de Europa configura el área celtibérica. El curso medio del Leza estaba en la parte meridional del área habitada por los berones. En el siglo I, la zona será incorporada al Imperio Romano y se construyeron calzadas para mejorar las comunicaciones. Una de ellas, con posible origen en Vareia, atravesaba el valle del Leza con destino a Numancia. Durante la época visigoda, el miedo a los ataques hizo que la población autóctona se trasladara a zonas de difícil acceso como muestran las cuevas artificiales y columbarios de Luezas.

Tras la conquista musulmana del siglo VIII, el territorio sirvió como marca fronteriza bajo el dominio de los Banu Qasi. El emplazamiento del Cortijo —donde hoy se encuentra la ermita— debió ser un bastión defensivo que protegía la salida del canón del Leza frente a los reinos cristianos. Los habitantes de la zona disfrutaban de un cierto grado de autonomía a cambio del pago de tributos. El rey Sancho Garcés I incorporó el territorio al reino de Pamplona con cápital en Nájera. Hacia 1040, García Sánchez III incluyó la zona en el Señorío de Cameros que adjudicó a Fortún Ochoa. En 1366, el rey Enrique II de Castilla transfirió el señorío a Juan Ramírez de Arellano y de Subiza, cuyos descendientes lo mantuvieron en la familia hasta 1812. La economía medieval fue pastoril, basada en el comercio de la lana.

Edad Moderna y Contemporánea

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Los escudos muestran el pasado señorial del lugar

A mediados del siglo XVI, la epidemia de peste redujo sensiblemente la población, pero esta volvió a crecer lentamente hasta el siglo XVIII. Soto llegó a alcanzar los 454 vecinos. Sin embargo, durante los siglos XVII y XVIII la economía basada en la trashumancia entró en declive, lo que, unido al aumento de población, conllevó una sobreexplotación de los recursos. Se extendieron los cultivos a zonas anteriormente usadas para el pastoreo mediante el uso de bancales o «tablas». No obstante, los tejidos de la zona tenían una gran demanda en España y América. En esta época, el Hospital de San José (hoy albergue juvenil) albergó una escuela destinada a la formación de los trabajadores de la industria textil. La escasez de recursos impulsó la emigración hacia América. Algunos de los indianos que hicieron fortuna ayudaron al pueblo mediante generosas donaciones. En esta época, Soto estaba adscrito a la provincia de Soria.

Durante la ocupación napoleónica, Soto fue la sede de la Junta Provincial que intentó articular la rebelión. Es un antecedente de la formación de la provincia de Logroño y Soto en Cameros fue «capital» del territorio. Sin embargo, el siglo XIX marcó la decadencia y ruina de la industria textil de la comarca y aumentó la despoblación. Este proceso de emigración se mantuvo durante el siglo XX y llegó a su culminación durante las décadas de 1960 y 1970. Posteriormente se vive un fenómeno de retorno. Algunos de los emigrantes vuelven como veraneantes o como residentes permanentes tras su jubilación. Ello revitalizará algo al municipio, que encuentra una segunda vida como objetivo turístico. Se impulsan las actividades económicas tradicionales —cultivo de trufa, apicultura, producción de queso— y las relacionadas con la hostelería. La proximidad a la capital favorece la llegada de visitantes.

Arquitectura

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Construcciones civiles

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Nevera del Campo

Nevera del Campo

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Junto a la derruida ermita que lleva el mismo nombre se encuentra la que parece ser la antigua nevera mejor conservada de La Rioja, levantada a finales del siglo XVI y restaurada no hace mucho. La recogida y uso del hielo con fines medicinales, alimenticios y de conservación es conocida desde tiempos remotos en diversas partes del mundo. Su consumo se intensificó en los siglos XVI y XVII como elemento terapéutico para combatir la fiebre y las hinchazones. También se popularizó su uso en la elaboración de refrescos.

La Nevera del Campo tiene cuerpo cilíndrico de once metros de altura construido con piedra caliza del lugar y rematado por una bóveda de aproximación de hiladas. Su diámetro exterior es de 7,8 metros. Se apoya en cuatro sólidos contrafuertes. Se abría por una puerta de arco rebajado y por una ventana de empozado que ahora está tapiada. Contaba con un acceso de carga en la parte superior y un sumidero en la inferior, ambos también clausurados en la actualidad.

Su finalidad era el almacenaje de la nieve para fabricar hielo. Se recogía en los días de nevada y se iba colocando bien prensada en el interior, protegiendo cada capa o tongada con hojas y paja. La actividad proporcionó trabajo a muchas familias hasta el siglo XIX.

Hospital de San José

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Se encuentra situado a la entrada del pueblo viniendo de Logroño. Su construcción finalizó en 1775 y, además de hospital, fue escuela destinada a la formación de los operarios de las entonces abundantes industrias textiles de la zona. Hoy es el albergue juvenil y restaurante. Es un excelente y sobrio ejemplo de arquitectura civil de planta rectangular que tiene dos plantas además de la baja. Los muros son de sillería y mampostería usando piedra caliza de la zona.

En la fachada hay dos frisos corridos dedicados a sus fundadores, los soteños Manuel Ximénez Pérez —que fue obispo de San Juan de Puerto Rico— y Juan Antonio Ximénez Pérez. El texto dice:

El escudo eclesiástico de la familia esculpido en alabastro preside la fachada. Sobre él, hay una hornacina con una escultura del mismo material que representa a San José. Corona la edificación un pequeño campanil cuyo tejadillo orientalizante está culminado por una cruz y una veleta de hierro.

Puente sobre el Leza

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Cruzando el puente se llega a las escuelas

La carretera y el núcleo urbano principal están unidos por un magnífico puente en desnivel construido en el siglo XVI. Consta de dos bóvedas de medio cañón y un un pronunciado tajamar. Tanto su tamaño como su calidad dan idea de la importancia del pueblo en la época de la construcción. Desde él podemos contemplar el viejo molino de Arriuko, que se asienta sobre dos arcos ojivales.

Escuelas

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Ya al otro lado del puente, en la plaza principal, podemos contemplar el edificio de las antiguas escuelas, inaugurado en 1824 con 310 alumnos en tres aulas y que hoy alberga al Ayuntamiento. Es un buen ejemplo de edificio neoclásico de tres plantas levantado con piedra y ladrillo árabe. Su atrio porticado de sillería es una inteligente solución urbanística, ya que proporciona un amplio espacio cubierto, amplía el espacio transitable y realza la estética del inmueble. Fue construido gracias a una importante donación de un indiano residente en Veracruz y Jalapa, don Juan Esteban de Elías, y permitió impartir una educación gratuita y de calidad a los niños de Soto durante más de un siglo y medio. Los alumnos no tenían que pagar matrícula ni libros, y los fondos permitieron mantener el funcionamiento del centro educativo hasta 1975. No solo albergaba las escuelas —las aulas— propiamente dichas, sino también las viviendas de los tres maestros y la biblioteca local.

En el centro de la plaza se yergue una estatua en bronce del benefactor, que los vecinos levantaron en 1920 para expresar su gratitud y que le muestra vestido al modo de los ilustrados.

Arquitectura religiosa

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Iglesia

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La iglesia de San Esteban

La iglesia parroquial está dedicada a San Esteban Protomártir, patrono de Soto, y preside el núcleo central del pueblo. Está levantada sobre una considerable elevación del terreno hecha con el fin de nivelarlo y que fue reforzada en las reformas del siglo XIX. Es un templo barroco construido en los siglos XVII y XVIII en mampostería y rematado en sillería en esquinas, zócalos, vanos y pórticos. Dispone de una zona porticada y está rematado de un esbelto campanario que culmina en una cúpula orientalizante hecha en ladrillo.

Tiene planta basilical y se sustenta sobre gruesos muros que estaban reforzados en el interior con ocho capillas de las que se conservan seis. Culmina en una cubierta abovedada. Dos grandes arcos hacen las veces de transepto, conformando un crucero sobre el que se alza una bóveda de casetones que hubo de ser restaurada a finales del siglo XX. Cuenta con una gran sacristía que prolonga el edificio sobre un voladizo para salvar el desnivel del terreno.

En su interior destaca el retablo mayor, de moderna construcción, que reemplazó al antiguo, del siglo XVII. Se asienta sobre una predela que representa a los cuatro evangelistas en relieve policromado. Está construído en tres calles y engalanado con columnas corintias de capiteles dorados, un gran frontón curvilíneo, cortinas, guirnaldas, volutas y elementos geométricos. Hay un templete sobre el altar que alberga el sagrario del antiguo retablo, flanqueado por dos ángeles dorados neoclásicos realizados por el artista local Francisco Esteban Vallejo, escultor de la corte. En la parte central destaca la imagen de San Esteban, flanqueado por San Pedro y otra figura que podría ser San Pablo o San Martín. Sobre todos ellos se yergue la figura de la Asunción rodeada de rayos de luz radiales. En el ático están Dios Padre y el Espíritu Santo. A ambos lados del altar se observan grandes medallones de estuco policromado que representan la Anunciación, la Visitación, la Adoración de los pastores y la Epifanía. El retablo fue restaurado en 2015.

Entre los retablos menores situados en las capillas, destaca uno dedicado a la Virgen de la Merced, ejemplo de la escuela barroca catalana. También hay una muestra de imágenes traídas de las ermitas próximas que desaparecieron o que se encuentran en ruina.

Ermita de la Virgen del Cortijo

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Está situada en la parte más alta del pueblo, una atalaya natural desde la que se puede contemplar el cañón del río Leza y la totalidad del pueblo y sus alrededores. Debido a su práctico emplazamiento, es aquí donde se ubican los orígenes del Soto medieval. Las fuentes históricas hablan de la existencia de un pequeño templo que unía a los fines religiosos los defensivos al menos desde finales del siglo XII. Todavía quedan algunas saeteras en los paramentos exteriores que atestiguan ese antiguo uso militar. También de esa época son la base de la espadaña y la imagen de la Virgen, con un estilo propio de principios del siglo XIII.

Aunque hay menciones desde mediados del siglo XVII, la ermita en su aspecto actual parece datar de la segunda mitad del XVIII. Tiene planta de cruz latina con una única nave cubierta con una bóveda de cañón rehundida que intercala arcos de diafragma. Sobre el crucero se alza una cúpula gallonada apoyada sobre cuatro pechinas adornadas con relieves de estuco policromado. El templo está construido en mampostería y sillería de piedra caliza propia de la comarca. Se asienta sobre un enorme basamento que nivela el terreno. El acceso de los fieles está en el lado sur. En el lado occidental, bajo un pórtico con dos arcos de ladrillo, hay una puerta adintelada flanqueada por dos ventanas enrejadas que se utiliza para que salga la Virgen en los días en que hay procesión. Una tercera puerta está junto a la vivienda del ermitaño, donde cuelga la cadena de la campana.

En el interior, en el lado occidental, hay un sencillo coro de madera con su órgano. Se conserva parte de la decoración de estilo rococó en los muros y en el púlpito. El presbiterio está separado del resto del templo por una gran reja. Un retablo dorado nos muestra a la Virgen flanqueada por San Indalecio y Santa Gertrudis. La imagen de María es una sencilla talla protogótica, como se puede apreciar los días que se muestra libre de atuendos. Muestra a la Virgen entronizada como Reina de los Cielos con el Niño en su regazo. El templo alberga numerosos exvotos, entre los que se puede destacar un cuadrito situado sobre la puerta pequeña que muestra el agradecimiento de un torero que invocó a la Virgen en un momento de peligro.

Otras ermitas

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Entrada a la Ermita de San Antón. Al fondo se aprecia la Ermita del Cortijo

En el pueblo hay otras ermitas más sencillas, representantes de la arquitectura religiosa popular propia del estilo barroco de la zona. En general, responden al denominado «Estilo de la Tierra», guardando similitudes con el del valle del Iregua pero también con rasgos propios. Sus antecedentes eran las ermitas de los siglos XV y XVI, en las que a veces solo había que cambiar las cubiertas para adaptarlas al nuevo estilo. Suelen ser edificios de planta regular sin cabecera destacada y con techumbres de teja árabe a dos aguas. Los muros son gruesos y lisos, y disponen de ocasionales estribos de refuerzo. La orientación es variable y los edificios carecen de fachada. El ingreso es sencillo y por los pies. Suele ser por una puerta adintelada flanqueada por dos vanos que suelen proporcionar la única iluminación interior. Algunas disponen de una sacristía muy simple adosada a un lateral y cubierta con cielo raso. El espacio interior es diáfano.

Aunque algunas han desaparecido con el transcurso del tiempo y debido al cambio en las costumbres, se conservan otras. La ermita de San Antón está situada en el casco urbano, en el sendero de la Fuente de los caños. Se puede datar a finales del siglo XVII. La de San Babilés está también en la margen derecha del río, pero a un kilómetro del pueblo en dirección suroeste. Fue reconstruida en 1947. La ermita del Santo Cristo o del Campo databa de 1680. Estaba situada frente al cementerio, en el margen izquierdo del río Leza. Hoy se encuentra en completa ruina y solo queda una parte de sus tres paredes. La de San Blas estaba dentro del casco urbano pero en la orilla izquierda del río. Perdió su apariencia original debido a que se cambió su uso religioso por el de almacén en el siglo XX. Posteriormente, el edificio fue derruido. La ermita de San Martín está a un kilómetro al noroeste del pueblo y hoy se encuentra en ruinas.

Naturaleza

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En Soto se cultiva la exquisita trufa negra

Todo el término municipal de Soto en Cameros —49,3 kilómetros cuadrados— se encuentra situado dentro de la reserva de la biosfera de los valles del Jubera, Leza, Cidacos y Alhama. Dentro de este territorio, la población hace uso de los recursos naturales de la zona a la manera tradicional, practicando la ganadería extensiva y la agricultura. Además, el pueblo de Soto propiamente dicho se encuentra situado justo en la entrada del cañón del río Leza —un paraje incluido en la Red Natura 2000, en el espacio denominado «Peñas de Iregua, Leza y Jubera» y declarado zona de especial protección para las aves (ZEPA)— lo que permite visitar este interesante espacio natural.

La zona está constituída por materiales del Secundario, predominando las calizas en la zona del cañón y cambiando a arcillas conforme remontamos el curso del río. La mayor erosión de las zonas más blandas ha creado el paisaje actual.

Icnitas

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Existen un par de yacimientos de huellas de dinosaurio o icnitas en la zona. El primero está situado sobre el inicio del cañón del río Leza y consta de 53 huellas: treinta de theropoda, catorce de ornithopoda y nueve no clasificadas. El segundo está situado en el camino a Zenzano e incluye hasta 154 huellas.

Población

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La población de Soto decrece continuamente desde hace tiempo y hoy está en torno al centenar de habitantes. La actividad ganadera es casi la única del pueblo; predomina el ganado vacuno, pero hay también equino y ovino. Además, existen explotaciones apícolas que producen una excelente miel de diversos tipos. Ello propicia que las abejas contribuyan muy positivamente al desarrollo de la flora.

La actividad agrícola fue grande en otro tiempo debido a que la sobrepoblación obligaba a poner en cultivo las faldas de las montañas mediante bancales o terrazas. El abandono posterior ha hecho que muchos de estos bancales se hayan derrumbado. Un nuevo tipo de cultivo muy típico de Soto es de la de trufa. Se encuentran y cultivan en la zona dos variedades de la misma: la trufa negra y la trufa de verano o de San Juan. El cultivo de este producto contribuye a la lucha contra la erosión, a la prevención de incendios forestales y a la conservación y mejora del suelo. Además, ofrece una diversificación de actividades para la población. Todos los años se celebra en Soto durante la última semana de julio la Feria de la Trufa, durante la que se realizan exhibiciones de búsqueda del preciado producto y se pueden adquirir exquisitos productos trufados.

Aunque el entorno natural de Soto sufrió la deforestación ocasionada por la sobrepoblación que tuvo la comarca hace siglos, dispone de una gran diversidad de especies vegetales. Junto al propio río aparecen el sauce blanco y el chopo negro. Conforme nos alejamos del agua, aparecen el fresno y el olmo de montaña, si bien este último se ha visto muy mermado debido a la grafiosis.

Tanto junto al cauce del río como en zonas altas existen praderas naturales en las que pasta el abundante ganado. En las últimas se pueden encontrar tanto narcisos como plantas aromáticas y medicinales como el tomillo, el espliego y distintos tipos de orégano.

En el cañón del Leza se pueden ver águilas reales

Muy distinto es el abrupto paisaje del cañón del río Leza. Allí las especies predominantes se agrupan en encinares y coscojares, que están acompañados por el enebro y boj. En zonas más umbrías predomina el quejigo junto con el boj. Además, existen dos hayedos. Los estratos calizos de la propia garganta han sido repoblados con pino laricio junto con algunos arces silvestres y arces de Montpellier que amplían la gama de colores en otoño.

El cañón del Leza está situado en una zona de especial protección para las aves (ZEPA), y permite contemplar rapaces como el buitre leonado, el águila real, el cernícalo, el cárabo o el alimoche. Otras aves que se pueden encontrar en la zona de Soto son el alcaudón dorsirrojo, el abejaruco, el avión roquero, el roquero solitario, el bisbita arbóreo y el gorrión chillón. Conviene ir provisto de prismáticos para contemplar el vuelo y anidación de las aves.

En cuanto a los mamíferos, cabe destacar a la nutria, el más típico de los que habitan los ríos peninsulares. Tiene una gran movilidad y puede desplazarse río arriba o abajo en función de la estación del año y la temperatura. También se encuentran jabalíes, zorros, tejones, garduñas y conejos. En las zonas altas hay una importante población de ciervos.

Respecto a los peces, en el río Leza y sus afluentes se pueden encontrar sin dificultad truchas marrones, barbos de montaña y loinas.

Senderos

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Además de otros paseos libres que se pueden dar por el término municipal, existen seis senderos perfectamente señalizados.

Fuente de los caños

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La Fuente de los caños, del siglo XVI.

Es un recorrido de apenas kilómetro y medio y con escasa dificultad que se puede realizar en unos cuarenta y cinco minutos. Discurre por el interior del propio pueblo y sus alrededores y permite una fácil primera aproximación al mismo.

Mirador del cañón del río Leza

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Un recorrido sencillo de poco más de dos kilómetros nos permite contemplar el cañón desde la vertiente izquierda del río hasta llegar al Mirador del Torrejón. No es difícil observar el majestuoso vuelo de los buitres leonados.

Ruta micológica

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También con escasa dificultad, este pequeño trayecto circular se puede recorrer en poco tiempo. No obstante, quienes busquen setas en temporada es seguro que dedicarán algo más de atención con el fin de tomar de la naturaleza estos sabrosos manjares. De hecho, el sendero señalizado es solo una referencia y lo normal es abandonarlo en busca de setas. Se puede acceder hasta el inicio del recorrido con vehículo.

El paseante aficionado a la micología podrá encontrar setas de primavera (calocybe gambosa), champiñones de campo (agaricus campestris), hongos bola de nieve (agaricus arvensis), níscalos (lactarius deliciosus), senderuelas (marasmius oreades) y negrillas (tricholoma terreum).

Soto - Treguajantes

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Con una dificultad media y una distancia de unos nueve kilómetros, se puede recorrer en unas tres horas. Nos conduce hasta el pueblo de Treguajantes, situado en el mismo término municipal de Soto en Cameros.

Ruta del cañón del Leza

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También tiene una dificultad media y se prolonga unos nueve kilómetros, pero pueden hacer falta unas cuatro horas para recorrerla. Es una ruta circular que comienza y termina en Soto. En un primer tramo, discurre también por el cañón del Leza, pero por su vertiente derecha. Después se aleja del río, se adentra entre quejigales y retorna al punto de partida. Permite contemplar los dos yacimientos de icnitas existentes en la zona.

Soto - Trevijano - Luezas

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Aunque la dificultad también es media, se trata de la ruta más larga: unas seis horas para recorrer quince kilómetros. Es una amplia ruta circular que visita los pueblos de Trevijano y Luezas, ambos también adscritos al término municipal de Soto. Permite contemplar el sepulcro megalítico de Collado del Mayo.

Otras actividades deportivas

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En la plaza del pueblo, entre el Ayuntamiento y el Casino, hay un frontón de una sola pared en el que los más pequeños juegan sin peligro. El parque de la isla, al otro lado del río, incluye un circuito de minigolf que puede ser utilizado por los visitantes. Los palos se pueden pedir en el Casino. También se pueden realizar excursiones en bicicleta por el valle.

Hostelería

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El hospital de San José hoy es el albergue y restaurante

El único lugar para hacer noche en el pueblo es el albergue juvenil situado en el antiguo hospital de San José. Pese a su naturaleza, puede acoger a huéspedes de todas las edades cuando no está ocupado por jóvenes —que es lo habitual—. Además, dispone de dos cómodas habitaciones dobles con baño que proporcionan un confortable alojamiento. También dispone de varias habitaciones con baño compartido: una doble, cuatro triples, dos cuádruples y una quíntuple. Hay dos baños comunes en cada planta. Para los ratos de espera o días lluviosos, dispone de mesa de ping-pong, juegos de mesa y salón con televisor.

En el mismo albergue hay un restaurante muy recomendable donde se puede degustar un sabroso menú. En temporada, se suele servir un menú especial realizado con setas. Particularmente recomendables son las torrijas.

En el vecino pueblo de Trevijano, a seis kilómetros y medio, existe una casa rural que ostenta el nombre del cañón del río Leza y que puede ser una excelente alternativa de alojamiento para grupos.

Al margen del restaurante, existe un bar en el Casino donde se sirven platos combinados, bocadillos y tapas.

No se debe abandonar Soto en Cameros sin acercarse a la única fábrica de mazapanes de Soto que queda en la población. Es también la única fábrica de este tipo de dulces que sigue trabajando con horno de leña. Este pequeño negocio no opera todo el año, pero podremos probar su exquisitos mazapanes en las semanas previas a la Navidad y en otras épocas señaladas del año. Se halla situada detrás del frontón que se encuentra en la plaza de Juan Esteban de Elías.

Fiestas

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El 3 de agosto se celebra el día de San Esteban, patrono del pueblo a cuya advocación está consagrada la iglesia parroquial. El 8 de septiembre se celebra la fiesta en honor a la Virgen del Cortijo. Cuando no coinciden en fin de semana, son trasladadas al más próximo.

En 2016 se recuperó la tradicional Feria de Ganado, celebrada el 21 de mayo.

Además, cada último fin de semana de junio se celebra la Feria de la Trufa, durante la que se realizan distintas actividades relacionadas con este suculento hongo.

Enlaces externos

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