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El sendero de la Fuente de los caños es una ruta turística rural situada en Soto en Cameros, un pueblo serrano ubicado en La Rioja (España). Se trata del sendero más corto y sencillo de los trazados en el término municipal, y permite contemplar detalles tanto de la población como de sus inmediatos alrededores.

Llegar a Soto en Cameros editar

Soto en Cameros es un pequeño pueblo situado a unos 27 kilómetros de la capital de la pequeña región española de La Rioja: Logroño. Es esta una dinámica ciudad de algo más de 150 000 habitantes ubicada en el Camino de Santiago y conocida por los vinos de Rioja y su excelente tapeo; será nuestro punto de partida.

 
Durante el trayecto atravesaremos el interesante Cañón del río Leza.

Existe una línea de autobús que conecta Logroño con Soto dos veces al día todos los martes, jueves y viernes. El servicio parte de la estación de autobuses y puede ser una opción, aunque hay que tener en cuenta que obliga a volver a una hora temprana o a hacer noche en Cameros. Si vamos en nuestro propio vehículo, tomaremos la carretera LR-250 atravesando el logroñés barrio de La Estrella, situado al otro lado de la circunvalación. Nos encaminaremos a la próxima localidad de Villamediana de Iregua. Si no hemos tenido la precaución de repostar, tendremos una última oportunidad para echar gasolina en esa población. Dejándola a nuestra izquierda, nos encaminaremos a Ribafrecha. La carretera es en este tramo recta, dispone de arcén y asciende con suavidad.

Si no nos hemos acordado de retirar dinero, Ribafrecha es nuestra última ocasión para utilizar un cajero automático. La carretera atraviesa la localidad y, a partir de ese momento, comienza a empinarse y a retorcerse en curvas, y ve reducido su arcén. Se convierte en la típica carretera de media montaña. Estamos en el Valle del río Leza; un lugar configurado por la erosión a lo largo de millones de años y de gran interés paisajístico.

El desvío a la próxima localidad de Leza de Río Leza nos indica de que estamos entrando en la comarca de Cameros y, concretamente, en la zona del Camero Viejo; un área que forma parte de la Reserva de la biosfera de los valles del Jubera, Leza, Cidacos y Alhama, declarada como tal por el Consejo Internacional del Programa Hombre y Biosfera de la Unesco el 9 de julio de 2003. La Reserva abarca un total de 116.669 hectáreas, casi una cuarta parte de La Rioja.

Conforme vamos subiendo, el valle se estrecha formando el Cañón del río Leza, una garganta natural de unos seis kilómetros de longitud y entre cincuenta y cien metros de anchura cuyas paredes alcanzan una altura máxima de 700 metros en su tramo más pronunciado. No es difícil ver planear a algunos buitres leonados (Gyps fulvus) desde el mismo vehículo, si bien el conductor debe evitar distracciones que podrían enviar a los viajeros al fondo del cañón, dado que la caída es considerable. El desvío hacia Trevijano —una pequeña pedanía de Soto que merece una visita y en la que hay una casa rural en la que podríamos pernoctar— nos advierte que estamos a punto de llegar al Mirador del Cañón del río Leza. En este hay un espacio que permite aparcar el coche, aunque hay que atravesar el carril contrario para ello. La visita merece la pena, si bien puede que prefiramos acceder al mirador recorriendo a pie la senda que conduce a él desde Soto.

Soto en Cameros editar

 
El antiguo Hospital de San José acoge hoy el albergue juvenil y el restaurante.

Poco más adelante, llegamos a Soto en Cameros, un pueblo que —como todo el valle— conoció épocas mejores. El número de casas no nos debe inducir a engaño. Bastantes de ellas están deshabitadas u ocupadas solo en verano y fines de semana. Incluso las habitadas inducen a error, ya que un edificio de varias plantas puede estar ocupado por una única unidad familiar. La despoblación, como en otras muchas zonas de montaña, es un problema en el Camero Viejo. Este hecho, sin embargo, anima a algunos foráneos a comprar una casa y convertirla en segunda residencia, dada la tranquilidad del entorno y el agradable clima veraniego.

En el lado derecho de la misma carretera, a la entrada del pueblo, encontramos el antiguo Hospital de San José. Se trata de una firme edificación del siglo XVIII construida en piedra, con planta rectangular y dos alturas. Fue también escuela de hilado en la época en que la industria textil camerana era pujante y había necesidad de formar al personal. En la actualidad acoge el albergue juvenil; una alternativa para quienes deseen pernoctar en la población. Tiene también el único restaurante de Soto, donde podemos degustar el menú por un precio razonable.

No obstante, nosotros no llegaremos todavía hasta el albergue. Bajaremos por una rampa situada en el lado izquierdo a la entrada del pueblo, una vez pasados unos jardincillos. Descendiendo por ella, cruzaremos el río Leza por un magnífico puente de piedra del siglo XVI, acercándonos así a la zona más antigua de la población. Enfrente del puente se alza el edificio de las antiguas escuelas, construcción levantada a principios del siglo XIX con los fondos de un generoso legado efectuado por el indiano Juan Esteban Elías, cuya estatua se alza hoy en la plaza como justo reconocimiento. Los soteños pudieron así beneficiarse de una educación de calidad y gratuita desde 1824 hasta 1979. El edificio tiene un práctico soportal que engrandece la plaza anexa y protege del clima adverso. Hoy alberga al Ayuntamiento. Enfrente del edificio, al otro lado de la plaza, está situado el casino, sede de la sociedad "Fomento de Soto", muy activa culturalmente en el pasado. Una vez atravesado el puente, podemos girar hacia la izquierda para aparcar junto al río. Ya a pie, nos dirigiremos a la plaza del Ayuntamiento pues, detrás del frotón que allí hay, comienza el sendero.

El sendero editar

 
El sendero arranca justo detrás del frontón situado junto al edificio de las antiguas escuelas.

El sendero es un paseo de corta duración que se puede realizar en unos cuarenta y cinco minutos. El recorrido es sencillo, si bien algunas personas con problemas de movilidad podrían tener cierta dificultad para subir las primeras cuestas, que son muy pronunciadas. Después es más fácil. El trazado está bien señalizado, por lo que es difícil perderse. El camino se inicia tras la pared del frontón situado en la plaza del Ayuntamiento o antiguas escuelas. Justo encima de nosotros podemos ver la única fábrica de mazapán de Soto que queda en la localidad, pues las demás se trasladaron hace tiempo a Logroño. Al ser una pequeña empresa que elabora un producto de temporada, no podemos encontrarlo todo el año. Desde noviembre hasta la época navideña y en algunas otras épocas señaladas podemos comprar esa deliciosa especialidad.

Desde la parte trasera del frontón deberemos subir una empinada cuesta por estrechas calles. Al terminar este primer tramo, podremos ver a nuestra izquierda la iglesia del pueblo, dedicada a San Esteban. Es un templo barroco cuya construcción terminó ya en el siglo XVIII. Su esbelta torre domina el perfíl del pueblo. Podemos desviarnos para echarle un vistazo, si bien el sendero continúa en dirección opuesta. Pronto llegaremos al antiguo cementerio, hoy convertido en jardín. Desde allí podemos contemplar una vista del pueblo, así como la ermita de Nuestra Señora del Cortijo, situada en lo alto del cerro que domina Soto. El actual es un edificio barroco, pero allí se alzaba antes una ermita más antigua que, como otros edificios religiosos medievales, mezclaba la finalidad espiritual con la militar al servir de fortaleza en caso de ataque.

El sendero nos lleva luego hasta la ermita de San Antón, que durante un tiempo albergó un museo de la Ruta de la Miel hoy ya desaparecido. Es una muestra de arquitectura popular; una de las varias ermitas barrocas que hay en la localidad y sus inmediaciones. Fueron levantadas en una época en la que confluyeron la situación de auge económico en la zona y el espíritu de la Contrarreforma. La primera mención a su existencia data de 1735, pero cabe suponer que pudo haber sido construida a finales del siglo XVII. Es un sencillo edificio rectangular orientado hacia el nordeste al que se añadió una sacristía en el lado norte. Allí el sendero cambia el rumbo y se encamina hacia la Fuente de los Caños. Un cartel nos indica la dirección con claridad.

 
La Fuente de los caños, del siglo XVI.

Caminamos ahora por uno de los lados del Barranco de los Aidos, que divide la población. Por él discurre uno de los afluentes del Leza, erosionando el terreno de la forma aguda que caracteriza el paisaje del Camero Viejo. Puede llevar grandes avenidas en determinadas épocas de tormenta, y suele llevar algo de agua el resto del año. Pronto llegamos a la Fuente de los Caños, construida en el siglo XVI y que suministra agua de excelente calidad durante todo el año. Por su denominación, podemos suponer que fue la primera fuente del pueblo que tenía caños. Tras refrescarnos en ella, la dejaremos a nuestra espalda y cruzaremos el puente medieval que salva el barranco.

Continuaremos hacia la izquierda en dirección al pueblo. Al lado podemos ver algunas de las huertas que todavía existen en la localidad; un vestigio de la gran sobreexplotación del terreno mediante terrazas durante la época en que el valle estaba más poblado. Muchos bancales creados en su día para ganar terreno de cultivo al monte están hoy abandonados y sus muros de contención acaban derrumbándose. Durante todo el trayecto por los lados del barranco, fuera del casco urbano de Soto, podremos contemplar la vegetación de la zona: cerezos, chopos, saúco, fresnos, morales, avellanos y nogales. Al poco, llegaremos de nuevo a las calles soteñas, por las que callejearemos un rato. En este tramo habrá que estar atento a las señales para no perder el camino.

Cuando llegamos a otro puente de piedra situado junto a la iglesia de San Esteban, debemos bajar por las escaleras situadas al lado izquierdo. Cruzaremos bajo el mismo puente y continuaremos por el Barranco de los Aidos, convenientemente habilitado y ajardinado por esta zona. Finalmente, volveremos a subir y descubriremos que estamos de nuevo junto a la misma plaza de la que salimos. El edificio de las antiguas escuelas nos servirá como referencia.

Opciones complementarias editar

Una vez completado el recorrido podremos elegir entre callejear por el pueblo, visitar la Iglesia de San Esteban, subir a la ermita de Nuestra Señora del Cortijo y contemplar el paisaje, recorrer andando el sendero que conduce al Mirador del cañón del río Leza (unas dos horas) o ir a comer al restaurante del albergue. Si hacemos noche en el albergue o la casa rural de Trevijano, podemos al día siguiente recorrer senderos rurales más largos que nos lleven a las poblaciones próximas de Trevijano, Treguajantes o Luezas contemplando el paisaje.

Si al finalizar la jornada decidimos volver a Logroño para hacer noche, podemos tomar deliciosas tapas en los típicos bares de la Calle del Laurel o la Calle de San Juan.

Véase también editar

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